Al cabo de 14 años de contínua y acelerada explotación de la mina La Alumbrera en las cercanías de Andalgalá, Catamarca, existe entre los pobladores y organizaciones ambientalistas una certeza: nada de lo que rodea el tema minería a cielo abierto es producto de la casualidad. El modelo extractivo a ultranza, que causa devastación y es perpetrado con violencia encubierta, ha sido organizado y es dirigido mayormente desde el paraíso financiero y judicial minero ubicado en Toronto, Canadá, para ser aplicado no solamente a la Argentina, sino a toda Latinoamérica. Comenzaron, desde luego, con las leyes promineras de Menen y su gobierno, impuestas por el Banco Mundial.
Debido a ello, desde el inicio de la actividad minera a mediados de la década de los 90, se hizo evidente la acción de un gigantesco lobby que continúa operando en todos los ámbitos y niveles, para sostener ese modelo y eliminar o neutralizar las obvias resistencias de las poblaciones afectadas.
No es casual que todas las “mineras”, radicadas ya sea en Catamarca, San Juan, Chubut o Santa Cruz utilicen infinidad de métodos y procedimientos similares, muy cuestionables desde el punto de vista ético, para lograr apoyos locales de funcionarios y “empresarios” y acallar muchas voces críticas.
Entre esos métodos condenables está el bloqueo de la información relacionada con las explotaciones mineras. Ello se debe a una acción premeditada y planificada por el lobby minero que “incide” sobre los medios de prensa y periodistas, salvo honrosas excepciones, para que guarden un silencio cómplice sobre los fenómenos asociados a la megaminería: degradación ambiental, contaminación masiva, graves enfermedades y saqueo, entre otros. No quieren discusiones o debates sobre el tema. El objetivo, como ya se ha dicho, es el silencio social, y para ello esconden u ocultan sus acciones.
En este contexto y volviendo al tema de la falta de actualización de las imágenes satelitales en zonas mineras con conflictos, no cuestionamos bajo ningún punto de vista la gestión de negocios de Google Earth; tampoco de Google Maps, Bing Maps, Nokia Maps, Earth Satellite Maps, etc. que ofrecen imágenes satelitales gratuitas por Internet. No es una acusación hacia ellas. Estas empresas tienen la libertad de ofrecer y prestar sus servicios rentados a quienes los requieran.
Lo que queremos remarcar y poner en evidencia es la actuación de la corporación minera, que para llevar adelante sus propósitos, desde hace varios años estaría utilizando a Google Earth y otros sitios Web similares, como engranajes involuntarios de su aceitada maquinaria de ocultamiento y mentiras.
Para nosotros, de ningún modo es casualidad que Earth Google muestre imágenes viejas (año 2006) del Complejo Minero Farallón Negro y de la mina Agua Rica, en los que Minera Alumbrera está ampliando sus operaciones al máximo nivel, ocultándolas sobre todo a la gente de Andalgalá y pueblos vecinos, en la provincia de Catamarca, donde está el foco de resistencia más activa a la debacle ambiental y al saqueo que causa esa empresa.
Tampoco es producto del azar o una mera coincidencia, que a fines de agosto de 2011 el gobernador de La Rioja Beder Herrera haya entregado el Cordón del Famatina a la minera canadiense Osisko, y a los pocos días Google Earth actualizó el mosaico de esa zona con imágenes de diciembre de 2010 y septiembre de 2011, con lo cual le facilitaría las tareas de exploración a la “minera”.
Google Earth no está conforme con nuestras fundadas sospechas y declaraciones en el sentido que existiría una conexión entre el mosaico de fotografías que muestra en su programa a los usuarios y su plena concordancia o reflejo con la política minera de deliberado ocultamiento de sus actividades. Está en su pleno derecho, al igual que nosotros.
Nos permitimos sugerirle a esta empresa pionera, que para aventar definitivamente las sospechas de contubernio con la megaminería, podría actualizar con las imágenes satelitales más recientes, todas las áreas con explotaciones mineras de nuestro país, conflictivas o nó, comenzando por el Complejo Farallón Negro.
Roberto Luna
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